miércoles, 1 de febrero de 2012

EL PATRIMONIO DE ALMERIA EN LA GUERRA CIVIL

Santuario de la Patrona Virgen del Mar tras su incendio.

    ALMERIA EN GUERRA: PATRIMONIO Y VIDA

    El Patrimonio Histórico-Artístico de Almería en la Guerra Civil Española (1936-1939) fue gravemente atacado, dejando en un estado ruinoso su aspecto monumental y artístico. Su riqueza artística,  principalmente eclesiástica, fue seriamente dañada, el monumento de la Catedral, con su singularidad característica de Catedral - Fortaleza quedó desprovisto de altares, imágenes y todo tipo de decoración. Afortunadamente el monumento estandarte de Almería: la Alcazaba, por suerte no resultó dañado en dicho período para continuar dominando y abrazando la ciudad y su puerto.

    Almería quedó sumida en un estado caótico  en lo referente a su patrimonio urbanístico y artístico. Numerosos edificios (tanto civiles como religiosos) de interés arquitectónico, quedaron en muy mal estado, debido por un lado a los sucesivos saqueos e incendios de que fueron objeto la mayoría de las iglesias y por el otro a los sucesivos bombardeos que sufrió la ciudad durante la contienda.

            En este sentido, hay que subrayar que en aquellas fechas, una gran parte del Patrimo­nio Histórico-Artístico de Almería, lo constituía los edificios religiosos: fachadas, estructura arquitectónica, imágenes, retablos y demás ornamentos que encerraban, quedaron en un estado de lamentable deterioro.  A partir de esa fecha el Patrimonio Histórico de la ciudad quedaría «herido de muerte» y con graves dificulta­des para recuperarse. Con posterioridad y a base de mucha constancia y perseverancia a lo largo de los años, la reconstrucción y restauración se hizo posible, aunque no «sería lo mismo» porque no era el auténtico y tradicional.  Aquel Patrimo­nio Histórico de la ciudad destruido o desparecido dejaría huérfanos al arte y la historia almeriense.

            El Gobierno de la República, organizaría unas Juntas de Protección del Tesoro Artístico que evitaron la destrucción de algunos objetos. De esta forma, según Emilio Orozco, en Almería, se pudieron recoger multitud de obras, no solo de los templos, sino también de  particulares cuyas casas fueron saqueadas. La cantidad de objetos acumulados en los almacenes-museos, según Orozco, era muestra del número de objetos desaparecidos a lo que añadía que serían las imágenes escultóricas las más dañadas.  Los lugares que fueron destinados a almacén y taller durante la contienda, fueron algunas dependencias de la catedral y del convento de las Puras. Igualmente en los últimos tiempos de la contienda, se trasladarían algunos objetos y cuadros al Museo Arqueológico, por temor a tener que cumplir las órdenes del Gobierno de Valencia que reclamaba el envío de las obras reunidas.  Asimismo algunos cuadros, tuvieron que ser recogidos, tras sufrir deterioros, siendo  restaurados con posterioridad a través de la Junta del Tesoro Artístico.

   En este sentido,  subrayar que  La Dirección General de Bellas Artes, a propuesta de la Junta Central del Tesoro Artístico y de conformidad con lo dispuesto en la orden ministerial del 5 de abril de 1937, nombró una Junta Delegada de Incautación y Protección del Tesoro Artístico en Almería y su provincia, que estaría integrada por el Consejero Provincial de Cultura, como Presidente; por D. Eugenio Serralbo Aguareles, del Cuerpo de Archivos; don Guillermo Langle Rubio, arquitecto municipal; don José Moncada Calvache, pintor y por d. Luis Querol Roso, catedrático de Geografía e historia del Instituto de Segunda Enseñanza de dicha capital, como vocales.

   En relación a las destrucciones del patrimonio de la ciudad, es fundamental destacar  que  una de las causas de los daños recibidos, fueron producidas por  los frecuentes bombardeos a los que se vió sometida , daños que se tradujeron en un buen número de victimas, así como en numerosos edificios que sufrieron graves destrozos, quedando algunos casi totalmente destruidos.

   Durante la Guerra Civil, la población almeriense vivió un periodo tenso y preocupante. Los efectos de los bombardeos, provocarían la necesidad de construir refugios para defensa de la población, convirtiéndose en el proyecto arquitectónico y de ingeniería más interesante realizado durante la contienda.  La situación de alarma constante en la población, provocaría la obligación de las autoridades municipales a tomar conciencia del problema, emprendiendo una red de refugios subterráneos en toda la trama urbana con objeto de velar por la seguridad de la ciudad y sus ciudadanos.

    En un primer momento, serían los vecinos quienes decidan tomar la iniciativa, comenzando a construir refugios en sus barrios, hasta que con la creación de la Comi­sión Mixta de Refugios, compuesta por representantes de todos los partidos con repre­sentación en el Ayuntamiento, se continuaría en la línea de construcción de refugios, comprando el cemento, contratando los obreros, realizando los planos y vigilando las obras.

            Finalmente , el proyecto de refugios contra los bombardeos efectuados en la ciudad de Almería, sería firmado por el arquitecto municipal Guillermo Langle, en febrero de 1937, junto con el ingeniero de Caminos José Fornieles y el de Minas, Carlos Fernández Celaya, consistiendo en la construcción de 4,5 kms. de galerías subterráneas con 67 accesos y con capacidad suficiente para albergar el mayor número de personas, y en especial niños, mujeres, ancianos y enfermos

    Pero de todos los bombardeos efectuados en Almería, sería el de la escuadra alemana del 31 de mayo de 1937 el que mayor impacto y destrozos ocasionó en la ciudad, teniendo una repercusión importante incluso fuera de nuestras fronteras. Las bombas de este terrible bombardeo ,  procedían de  los cañones de cinco barcos de la escuadra alemana de Hitler.

Hay que destacar que el ataque de la escuadra alemana respetó el monumento más representativo de la ciudad: La Alcazaba.

            En el bombardeo, 49 casas quedaron completamente destruidas, y más de cien sufrieron desperfectos de consideración. Un proyectil cayó en la Catedral y otro en la iglesia de San Sebastián. El ataque, empezó en la parte baja de la ciudad: puerto, pescadería, iglesia de San Roque, rambla de la Chanca, extendiéndose a toda la ciudad hasta llegar a la parte alta: Plaza de Toros, Cruz de Caravaca y aledaños del cemente­rio.

            Tras el brutal atentado cometido en Almería, la conciencia universal, manifestó su más enérgica protesta. La repercusión no solo fue a nivel nacional, sino también internacional. El nombre de Almería sonaba con intensidad, lamentablemente por los graves daños causados por el bombardeo.

     Guillermo Langle, realizaría el proyecto de refugios para la ciudad, estudiando la calidad del terreno, los kms. que deberían construirse y los costes que ocasionarían. Proyectándose 4563 m. de galerías con capacidad para 34.144 personas. Si tenemos en cuenta que Almería en aquella época contaba con aproximadamente 45.000 habitantes, supondría que nadie se quedaría sin poderse refugiar, ya que se añadían además otros lugares, que aunque no eran refugios propiamente dichos, si sirvieron para dicha función, caso de los subterráneos de los depósitos de mineral de hierro de la Cía. Andaluza de Minas, en el que cabían unas 3.000 personas,  la gran cueva existente en el barrio de Las Mellizas, con cabida para 5.000 0 6.000 personas, o las cuevas vivienda de Pescadería y otras habilitadas por los Comités de Barrio, con una capacidad total de 10 a 15.000 personas.

 En los tiempos que nos encontramos 2012, nuestro deseo es  que los españoles, y en este caso los almerienses, no vuelvan  a vivir el terror y el dolor que vivieron las personas que lamentablemente tuvieron que pasar durante una guerra insulsa entre propios hermanos de una misma nación: España,  y aunque hayan pasado muchos años, y las heridas vayan cicatrizando, este periodo bélico ha pasado a formar parte de la historia española. Pero aunque no se pueda pasar página porque la historia esta ahí y no la podemos cambiar, no busquemos culpables, intentemos que nunca se vuelva a repetir.


Maribel García Sánchez. Licenciada en Historia del Arte.